Cada uno es dueño de su propia historia. Sé original y no copies la mía.

domingo, 25 de marzo de 2012

Tarde

Ella sabía que ya era tarde, que no había nada que hacer. Que se terminó.
Realmente no supo en qué momento todo se había ido al demonio, en qué momento todo se desmoronó, pero de algo sí estaba segura: él la dejó de amar. Así tan simple, así cómo quién dice que tal vez hoy llueva cuando ve el cielo gris, así tan simple, lo vio ella.
Tenía que encararlo, tenía que decirle que ya no había nada más que hacer. Tenía que decirle. Debía de tomar valor, debía de poner fin a esta relación que la estaba matando lentamente como un veneno sutil que actúa silenciosamente. Tenía que hacerlo, debía de hacerlo pero no podía, no quería.
¿Quién era capaz de detener los frenéticos latidos de su corazón cada vez que lo tenía cerca? ¿Quién era capaz de cortar las alas a las mariposas en su panza cada vez que él la besaba? ¿Quién era capaz de impedirle a la piel que no se erizara cada vez que él la tocaba? ¿Quién era capaz de impedir que suspirara cada vez que escuchaba su nombre? ¿Quién era capaz?
Ella no se merecía esto, ella lo había dado todo por él, dejó todo por él. De verdad que no lo merecía. Siempre fue sincera, fue fiel, siempre estuvo ahí cuando él la necesitó, estuvo ahí cuando nadie quería estar, estuvo ahí aun cuando no debía estar. Siempre, sin engaños ni mentiras, sin miedos ni vergüenzas. Lo dio todo a pesar de que él no lo merecía.
Ahora está ahí, sola, con sus recuerdos; recuerdos de un amor que creía indestructible, de un amor que podía contra todo. Ahora eran nada más que recuerdo, buenos y malos, pero sólo eso, recuerdos. La primera vez que lo vio, el primer beso, el primer regalo, la primera vez que fueron uno los dos, la primera pelea, la primera reconciliación… Él había sido lo primero que aprendió a amar y ahora es el primero al que debe aprender a olvidar, al que va a dejar ir para que otra ocupe su lugar, ese lugar que creía que era de su exclusividad, ese lugar debería haber sido de su exclusividad. Siempre será la primera, pero ya no será la única.
Sale a buscarlo como hace todos los martes. Ya tomó su decisión, no puede seguir engañarse a sí misma, era hora de decir adiós. Lo espera en la esquina de siempre y él se acerca con una sonrisa tensa, por algún lugar debe estar su nuevo amor. Se saludan fríamente, como dos desconocidos a los cuales obligan a presentarse; lo mira a los ojos y los ve distantes y se pregunta cómo fue tan tonta de no verlo antes, ahora ya era tarde. Sus ojos se llenan de lágrimas y él se da cuenta que lo descubrió, la culpa se le hace palpable, quiere abrazarla, quiere pedirle perdón. Él también se da cuenta que ya era tarde, se da cuenta del error que cometió. Ella le besa por última vez los labios y él se va a buscar a su nuevo amor.

lunes, 19 de marzo de 2012

Sobreviviré

Pensaste que no podría respirar sin ti, estoy inhalando.
Pensaste que no podría ver sin ti, tengo perfecta visión.
Pensaste que no podría reír sin ti, pero estoy riendo.
Pensaste que moriría por ti, pero estoy viviendo.
Pensaste que fracasaría sin ti, pero estoy en la cima.
Pensaste que habría terminado por ahora, pero no se dentendrá.
Pensaste que me destruiría a mí misma, pero aún estoy aquí.
Incluso en mis años por venir continuaré estando aquí.



Mientras sepa como amar sé que permaneceré viva

~I will survive/Survivor. Glee

sábado, 17 de marzo de 2012

Pudimos

Pudimos haber escrito cientos de historias de amor en donde vos y yo éramos el uno para el otro, en donde siempre existía el final feliz de cuentos de hadas, en donde nada nos era imposible, en donde el amor superaba todo tipo de barreras, en donde no existía ni mentiras ni traición, en donde vos eras mío y de nadie más, en donde ‘hasta que la muerte nos separe’ era real, en donde que me ames era una verdad.


Pudimos haberlo hecho, lástima que decidiste que nuestra historia tuviera otro final, lástima que decidiste fuera ella quién ocupara mi lugar.

jueves, 15 de marzo de 2012

El amor


El amor es la arrogancia de aferrarse a lo imposible
Es buscar en otra parte lo que no encuentras en ti...

~El amor. Ricardo Arjona

domingo, 11 de marzo de 2012

El ascenso

Había pasado cinco años desde la última vez que lo había vuelto a ver. Cinco años. Cinco malditos años en cuales hizo de todo para poder olvidarlo, para poder borrárselo de la mente, del corazón, de su vida; hizo de todo pero no bastó.
Cuando él decidió terminar todo aquella noche, aquella maldita noche con esa estúpida frase de ‘no sos vos, soy yo’, se prometió que no lloraría, no por él, no le iba a dedicar ni una mísera lágrima, él no se lo merecía. No después de tirar tanto amor a la basura con aquella odiosa frase. Ella hubiese querido saber la verdad, saber en qué falló, en qué momento se equivocó, cuándo fue que él la dejó de amar. No le bastó frase, no le sirvió esa frase, no quería esa frase; solo la verdad, la maldita verdad y él se fue sin decirla, y lo odiaba por ello. Lo odiaba con la misma intensidad con la cual alguna vez lo llegó amar.
En esos cinco años, ella rehízo su vida sin él, a pesar de no olvidarlo siguió con su vida. Se alejó de su grupo de amigos e hizo nuevos. Dejo de visitar los sitios que frecuentaban y busco nuevos lugares. Compró muebles nuevos, ropa nueva, cosas nuevas. Tiró todo lo que alguna vez le había pertenecido a ellos, a él. Vendió el departamento con todos sus recuerdos y compró uno nuevo. Se cambió de barrio y empezó de nuevo, sin él, sin su amor.
Hoy era un día especial: el ascenso. Hacía tres años que venía luchando por ello. Fue paso por paso, subiendo escalón por escalón, muchas horas extras, muchas noches en velas; fui casi una obsesión pero al final lo había conseguido. Ayer, sus compañeros hicieron una reunión para despedirla y desearle buena suerte. El ascenso era lo mejor que te podía pasar, no solo por el aumento de suelo, era el cambio de edificio hacia ‘el edificio’. Todos los que entraban desean ir a aquel lugar, decían que era el paraíso, que era como trabajar en Disney o como vivir en una isla paradisiaca. Lo importante que ella se iba, lo había conseguido. Por primera vez, algo que anhelaba era suyo, completamente suyo.
Llegó puntal, no había podido dormir de manera adecuada. No quería admitirlo pero esta muy nerviosa, luchó tanto por ese puesto que ahora le parecía irreal estar ahí. Era el sueño hecho realidad, era el paraíso al cual quería escapar.
Se acercó a la recepcionista, era una chica joven que debía tener al menos 25 años. Ella le sonrió y le dio una tarjeta magnética y le hizo llenar una planilla; le dio una cálida bienvenida y le indico a que lugar dirigirse. Cuando llegó la esperaba su nuevo jefe, un hombre baste fornido, pasando los 40 y canas nacientes en su cabellera. Tenía unos ojos marrones profundos, una sonrisa blanca brillante y no era muy alto. La saludó amablemente y comenzaron a dirigirse a la sala de reuniones. Ahí le iba a presentar a sus nuevos compañeros, a su equipo de trabajo, a su nuevo comenzar.
Al llegar a la puerta, su jefe se detiene, la mira y le pregunta: ─ ¿preparada? ─ella asiente nerviosa, él la y le sonríe para darle ánimos. Abrió la puerta y un grupo de gente se le quedó mirando pero ella se quedó petrificada. Estaba preparada para enfrentar su nuevo trabajo, estaba preparada para enfrentar un nuevo jefe, estaba preparada para enfrentar a sus nuevos compañeros de trabajo, estaba preparada para buscar un nuevo ascenso, estaba preparada para empezar de nuevo, estaba preparada para vivir en ese paraíso, pero ese paraíso se convirtió en un infierno.
Escuchó la voz de su jefe como lejana, la estaba presentando. Escuchó muchas voces dándole la bienvenida pero su mirada estaba fija en una sola persona, en un solo compañero nuevo de trabajo, en un solo ser humano.
Se acercaron a saludarle, ella respondía de manera autómata. No podía pensar, no podía hablar, no podía sacar los ojos de él. Tantos años soñando con volverlo a ver, tantos años imaginando cómo sería ese momento: qué palabras diría, qué actitud tomaría, qué sentiría. ¿Iría corriendo y lo besaría cómo si no hubiera mañana? ¿Seguiría de largo, fingiendo que no existe? ¿Le pegaría la cacheta que quiso darle cuando dijo aquella idiotez? ¿O simplemente lloraría y le suplicaría volver?
Elizabeth ─lo escuchó decir.
¿Cuántas veces él había dicho su nombre acompañado de un mi vida? ¿Cuántas veces lo decía después de haber hecho el amor? ¿Con cuánto sentimiento lo pronunciaba cada vez que se veían a los ojos? Ahora era un nombre formal, una compañera de trabajo más, una simple conocida, una más.
¿Realmente había sida tan ilusa? ¿Realmente espera que cuando se volvieran a encontrar había amor para dar? ¿Realmente pensó que iban a tener el final feliz de los cuentos de hadas? ¿Realmente lo esperó todos estos años? , realmente lo esperó. Ahora se dio cuenta de que había esperado en vano, ahora entendió que de verdad se había terminado, que él sinceramente la había dejado de amar.
La reunión de bienvenida empezó. Ahora era su turno de realmente olvidar.

viernes, 9 de marzo de 2012

Queda prohibido

Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.


Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.


Queda prohibido no demostrar tu amor,
hacer que alguien pague tus deudas y el mal humor.


Queda prohibido dejar a tus amigos,
no intentar comprender lo que vivieron juntos,
llamarles solo cuando los necesitas.


Queda prohibido no ser tú ante la gente,
fingir ante las personas que no te importan,
hacerte el gracioso con tal de que te recuerden,
olvidar a toda la gente que te quiere.


Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo,
tener miedo a la vida y a sus compromisos,
no vivir cada día como si fuera un ultimo suspiro.

~Queda prohibido. Alfredo Cuervo Barrero

lunes, 5 de marzo de 2012

Esta vez

Se sentía cansada. Sabía que debía luchar, que debía seguir adelante, que no tenía que bajar los brazos. Sabía que muchos dependían de ella, que muchos tenían puestos las esperanzas en ella, que muchos querían ser como ella. Sabía que, a pesar de todo, no debía dejar de pelear, que no debía tirar la toalla. Pero estaba cansada, demasiado cansada.
Se levantada cada mañana, con la misma rutina de siempre. El mismo desayuno, el mismo recorrido, el mismo trabajo, la misma fatídica vuelta a casa, el mismo estudio, la misma cena, la misma casa, el mismo sueño, el mismo despertar.
¿Qué se hace cuando todo es siempre igual? ¿Qué se dice cuando todo ya se dijo alguna vez? ¿Qué se escucha cuando todo ya se escuchó alguna vez? ¿Qué se siente cuando ya lo experimentaste todo? ¿Qué se cree cuando ya no hay más que creer?
Se sentía cansada. Quería irse lejos; allá, dónde nadie sabe quién sos, dónde no tenés que aparentar una entereza que no tenés, dónde nadie espera nada de vos. Quería desaparecer, hacerse invisible, ser nadie, absolutamente nadie. Empezar de nuevo; como en esas películas de Hollywood, donde cambías de identidad: un nombre falso, un pasado falso, una historia, falsa, una vida falsa.
¿Cuándo fue que perdió la magia? ¿Cuándo fue que su brillo se extinguió? ¿Cuándo fue que ese fuego se apagó? ¿Cuándo fue su risa se apagó? ¿Cuándo fue que su espíritu murió?
Amanece un nuevo día, se prepara para salir como siempre. Sonríe a su familia y les desea buena suerte. El brillo de admiración que tienen sobre ella le recuerda que debe seguir adelante como siempre; melancólica se retira a seguir con la rutina como siempre. Enfrenta su trabajo como siempre, la mejor en todo como siempre, su jefe la felicita como siempre, sus compañeros la admiran y la envidian, como siempre, le prometen un ascenso como siempre, se muestra feliz como siempre, motiva a los nuevos como siempre, siembra esperanzas como siempre, sueña con algo mejor como siempre, se retira a horario como siempre.
─ ¿Cómo se siente hoy? ─la pregunta la tomó desprevenida, eso no estaba en su rutina Ella lo mira y se instala un sonrisa, su primer sonrisa sincera después de mucho tiempo. ─Cansada ─responde simplemente.
─La entiendo ─le contesta.
─No lo creo ─murmura y suspira tristemente.
─Pero vale la pena ─le dice y, cuando ella lo mira, le sonríe y le guiña un ojo.
─ ¿Está seguro? ─le pregunta dejando que la esperanza renaciera nuevamente.
Él la mira a los ojos profundamente, ella le sostiene la mirada; una silenciosa batalla se instala entre ellos. Ella espera ansiosamente una respuesta y él serenamente le responde: ─Siempre vale la pena ─inclina su cabeza y desaparece entre la multitud.
Ella tomó el camino de siempre, seguía cansada pero esta vez no le importó.
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